Hace varios años le di un giro a mi vida y comencé a crear joyas. En la joyería encontré un lugar donde conectarme con un oficio simbólico, lleno de detalles que encapsulan emociones, momentos, procesos de las personas que buscan sellar los hitos de su historia con amuletos que los acompañen, les den fuerza y les recuerden de dónde vienen. Me gusta trabajar los diseños en conjunto con quien lo encarga, entender qué es lo que buscan plasmar. Quiero pensar que el trabajo que llevo a cabo honra, en parte, lo que ellos han vivido y me nutre en un permanente aprendizaje.
Me inspiran los vínculos con las personas, los procesos que atraviesan, las emociones que despiertan en ellos/as. También me siento en conexión con el entorno, la naturaleza con su calma y sus colores. Realizar mi oficio me conecta con eso y me encanta.
Cada joya es un desafío, es conectarse con los anhelos de otro, interpretar los materiales, la nobleza de los metales, la energía de cada piedra. Las manos que dan forma con fuerza y que fijan las piezas con extremo detalle.